domingo, 15 de abril de 2018

La mesa de la Palabra: De Dios amigos


De Dios amigos

En la reciente carta pascual del P. Provincial de Hispania en la que hace una bella glosa de los discípulos de Emaús en camino, evoca el  rótulo de amigos de Dios con el que algunos frailes mayores llamaban a los predicadores. Puede que a algunos les suene a pretencioso el que este reducido grupo de servidores del Proyecto del Señor pretendan acaparar tal título, cuando es un regalo del que disfrutamos todos los hijos de Dios; pero ¡es tan hermoso sentirse partícipe del ámbito afectivo de nuestro mejor Amigo cuando se sirve con todos los pobres medios al alcance del predicador la mesa de la Palabra! ¡Da tanta fuerza al servidor de la Palabra que ofrece sobrada energía para superar las servidumbres personales a la hora de decir la alegría y el consuelo del Evangelio!

El predicador ya tiene sobrado realce por su marchamo bautismal en el Pueblo de Dios. Ahora, sintiéndose amigo del mismo y discípulo del Maestro, ve cómo su modesto servicio de la Palabra, e incluso la pobre condición personal que ostenta, expresa la Gracia de la Predicación tan necesaria para acoger el sufrir de nuestro tiempo y la ilusión de los que necesitan levantar la cabeza. Pura gracia la de la predicación que invita a vivir el prodigioso sueño de la experiencia de Dios en la clave de cercanía afectiva (mitad de mi alma llama el poeta al amigo, dimidium animae meae), o el inmerecido regalo de dos almas en una (Maestro y discípulo), o el tremendo reto de saber que con tal amigo se piensa y habla siempre en la voz alta de la esperanza. ¡Noble, por bella y servicial, la condición del predicador!

Fr. Jesús Duque OP.