domingo, 26 de marzo de 2017

La mesa de la Palabra: Fuga Theologiae




Fuga Theologiae

Que los tiempos que vivimos, amén de difíciles por las soluciones que reclaman, son complejos por la cantidad de demandas que ponen sobre la mesa de nuestro día a día, es una apreciación difícil de rebatir; la institución eclesial, por su parte, no escapa a este dictamen, tanto si la vemos desde su versión jerárquica como en la más difusa de Pueblo de Dios.

Se reclaman respuestas casi mágicas que aminoren tanta indeterminación como la que nos traen los tiempos nuevos. Así, ciñéndonos al ámbito eclesial, se recomienda más el atento cumplimiento de páginas catequéticas que el coherente seguimiento de un recorrido evangélico; más presencias devocionales y manifestaciones externas que ocasiones de experiencia de Dios y escucha de su Palabra; más cumplimiento normativo que búsqueda del rostro de Dios; más declaraciones acusadoras que palabras de ánimo. En algunos sectores, incluso, se escucha aquello de “menos estudios, menos teología y más mística”. Aparte de no saber lo que se pretende con menos mística, miedo produce la huída de la teología, el renunciar al decir hoy de la fe desde la vivencia y la búsqueda del Pueblo de Dios a lo largo de la historia, porque en estos hechos radica el éxito de acertar hablar a Dios de lo que vive y sufre el hombre contemporáneo. La Biblia y el periódico, la Palabra de Dios y los medios por donde se filtra el latido de nuestro mundo, con sus prisas y provocaciones, postureos y corrupciones, pero con indudable  esperanza y deseo de avanzar. Desde el Pueblo de Dios, no obstante, no habrá servicio acreditado a la gloria de Dios si nos empeñamos en huir de la teología, que no es otra cosa que dar con el adecuado hablar a Dios de lo que los hombres sufren y anhelan, y a éstos del mucho amor del que prefiere ejercer con todos nosotros de Padre-Madre a fungir de Dios: el de Jesús de Nazaret.


Fr. Jesús Duque OP.

domingo, 19 de marzo de 2017

La mesa de la Palabra: Comunidad de esperanza

Comunidad de esperanza

El vocablo crisis está omnipresente en todos los diagnósticos de la variada y compleja realidad de nuestros días. Al parecer, indica más contenido de inseguridad en sus perfiles y de inestabilidad en su clave temporal que de apuesta ilusionada en un inmediato futuro. También la crisis aflora en el Pueblo de Dios, sobre todo cuando damos más cabida a las decisiones y proyectos humanos que a una trabajada confianza en el Espíritu, el que tiene que manejar el gobernalle de la Iglesia.

Estamos en camino, es evidente. Y bien que se agradecen las palabras de Francisco que nos dicen mucho y bien de la alegría del Evangelio, de la grandeza del servicio fraterno, de la ternura materna de un Dios Padre, de los vestigios del Creador en el mundo nuestro de cada día. Palabras que no lanzan dedo acusador alguno, antes al contrario, bien repletas que están del gesto misericorde de un corazón grande. Enormidad de corazón que solo es posible cuando se deja entrar en él la luz humanizadora del Maestro de Galilea.

Muchas voces se oyen hoy en la Iglesia que insisten en la clave del cumplimiento y en las prácticas cuaresmales externas, muy distintas de otras que, por fortuna, nos dicen mucho y bien de una Iglesia como Comunidad de Esperanza, capaz de transmitir la Buena Noticia y de proclamar bien claro que Jesús de Nazaret sigue hablándonos de un Dios amigo de todos, por mucho que nos empeñemos en marear la perdiz de nuestros problemas y crisis.

Fr. Jesús Duque OP. 

miércoles, 15 de marzo de 2017

La comunidad de Santo Domingo de Scala Coeli, Córdoba



La comunidad de Santo Domingo de Scala Coeli, Córdoba 

 

Los frailes dominicos que vivimos en Santo Domingo de Scala-Coeli, Córdoba, somos conscientes del fecundo pasado de este convento y de los ilustres hermanos que han vivido aquí desde su fundación. Baste aludir solo a San Álvaro de Córdoba, a fray Luis de Granada o al Beato Francisco Posadas para apreciar la riqueza religiosa de este lugar predicador. El primero de los citados fundó este convento como primer lugar de la reforma de la Orden en el lejano 1423 y dejó una huella de compa-sión y enamoramiento de Cristo crucificado que nos enorgullece; el se-gundo fue prior de este convento, residió aquí unos diez años (1535-1545), se encontró en esta casa con san Juan de Ávila y aquí redactó su precioso Libro de la oración y meditación; y el último, un fraile que en su entusiasta predicación encarnó con gracia y cercanía la compasión de Cristo Jesús y de N.P.Santo Domingo en su trabajo pastoral y en el hospitalico del Padre Posadas, de vigente memoria aún entre los cordobeses.

Agradecemos el pasado de nuestros hermanos dominicos y lo hacemos con fraterna alegría. Nos sentimos muy ufanos de nuestra hermosa memoria dominicana, pero también, nos vemos ilusionadamente compro-metidos con el hoy de nuestra presencia predicadora. El entorno físico del convento, de una belleza natural serena, ayuda a nuestro propósito actual. Este enclave sito en la Sierra Morena, y a media docena larga de kilómetros de la capital cordobesa, queremos que sea hoy un centro de espiritualidad dominicana y un lugar de formación y encuentro de la Familia Dominicana cordobesa y andaluza. A tal fin, ofrecemos en los momentos llamados fuertes de la vida cristiana (adviento, cuaresma, pascua, pentecostés) retiros en los que, en silencio y en clima orante, servimos al Pueblo de Dios ocasión para la contemplación y profundiza-ción en la fe cristiana.

Asimismo, atendemos varios Talleres de Oración y Crecimiento Espiri-tual en esta casa, con frecuencia mensual, y organizamos jornadas de espiritualidad durante el año destinadas a las Fraternidades Laicales y a todos los que deseen vivir unas horas de tranquila meditación. También, este convento es lugar de encuentro de varios grupos de matrimonios que aquí hacen un alto en el camino en clima de sosegada reflexión y oración.


Los frailes de la comunidad de Scala-Coeli sirven, además, a la tarea de formación de las novicias de la Federación de Nuestra Señora del Santo Rosario, cuyo noviciado radica en la ciudad cordobesa, y atendemos el sacramento de la reconciliación del convento. Atendemos, además, a la Hermandad del Cristo de San Álvaro que, una vez al año, cursa una po-pular romería hasta este santuario; y servimos igualmente a la pastoral general del pueblo de Dios que aquí celebra sus mejores momentos, y a la pastoral de algunos colegios en el campo de la asistencia religiosa.

Este convento, además, y según disponibilidades de un calendario ya de suyo apretado, está abierto a cuantas demandas de grupos de jóvenes que quieren vivir aquí momentos de retiro, oración y recogimiento, sobre todo en fines de semana y sin pernoctar aquí.

Cumplimos también cuantas demandas de predicación y reflexión teológica, doctrinal y espiritual podemos, según permita el calendario de cada uno de los frailes aquí residentes.

Estamos convencidos que la fuerza del seguimiento de Cristo, la espiritualidad dominicana, los momentos de oración y los espacios de reflexión teológica que desde aquí servimos con ilusión tienen plena vigencia y responden a lo que la Orden puede y debe ofrecer desde este convento. Lo ponderamos por la positiva acogida que suelen tener los diversos momentos de encuentro que programamos cada año, pero mejor lo argumentamos porque como frailes predicadores no sabemos hacer otra cosa que evangelizar con todas las posibilidades que nos facilita este convento, este paisaje serrano con su hermosa historia religiosa y nues-tra vocación de predicadores y servidores de la fe en Cristo Jesús. Somos conscientes que el hombre actual necesita silencio enriquecedor, contemplación serena de la luz de nuestra fe, hacer un alto en el camino… y a ello nos dedicamos como servidores del evangelio hoy, y lo hacemos con mucha alegría.