jueves, 14 de abril de 2016


"... el que coma de este pan vivirá para siempre."




La celebración comunitaria de la Eucaristía no es solamente un recuerdo de la noche en que Jesús fue entregado, sino principalmente el estímulo para emprender la vida hacia adelante, hasta lograr una meta más allá de todas las metas humanas.

Todos los hombres están llamados a ser discípulos de Cristo, a sentarse en la mesa de la vida. Preferencia especial tienen los marginados de la sociedad. Para realizar esta tarea se necesitan servidores decididos, enviados de Jesús.









Considera en cuánta excelencia se halla el alma si recibe como debe el pan de vida, manjar de los ángeles. Recibiendo este sacramento, está el alma en Dios y Dios en ella. Al modo que el pez está en el mar y el mar en el pez, así está Dios en el alma y el alma en Dios, Mar de paz. En esa alma está la gracia, porque, si recibe ese pan de vida en gracia, ésta permanece en el alma.

(Sta. Catalina de Siena, O.P.)