lunes, 5 de octubre de 2015

Beato Raimundo de Capua






    Presbítero de la Orden de Predicadores,  su papel es considerado, no como protagonista, sino como compromisario que asume conscientemente su cometido y tiende a desempeñarlo con plena responsabilidad.

     La Providencia le otorgó el don de encontrarse con una mujer excepcional por su santidad y compromiso político, Catalina de Siena.

       Su vida se enmarca en tres fases distintas: la primera, que se caracteriza por la gozosa incorporación de Raimundo a la vida dominicana y apostólica (esta fase se extiende desde su nacimiento hasta su encuentro con Santa Catalina); la segunda se agota en el acompañamiento y dirección espiritual de Catalina; la tercera, que abarca los últimos 20 años de su vida, está animada por tres intenciones que se entrecruzan continuamente: superación de trágico cisma de Occidente, reforma de la Orden Dominicana de la cual Raimundo es Maestro, y exaltación de Catalina de Siena.

        La reforma que Raimundo de Capua va a poner en marcha es fruto madura de diez años de visitas canónicas, de reflexiones y consejos siguiendo el  imperativo cataliniano de “renovar la Orden”. Mediante el decreto de 1 de noviembre de 1390, el Maestro Raimundo ordena que en todas las Provincias exista al menos un convento abierto a cuantos frailes deseen seguir a la letra el cumplimiento de las Constituciones.

 
     En España, a la luz de los textos legislativos y sobre esas bases jurídicas, se creó Scala Coeli. El plan de Fray Luis y Fray Alvaro era irradiar desde Scala Coeli la luz potente de la reforma a otras latitudes, proyectarla abrazadoramente a todos los conventos.