martes, 2 de junio de 2015



Señor nuestro, Jesucristo, 
concédenos que tu Madre, la clementísima y piadosa Virgen María, después de este destierro, nos muestre a tí, 
como a los beatos Sadoc y compañeros (*), 
que merecieron de tu bondad recibir la deseada palma del martirio cuando cantaban sus alabanzas. 
Tú que vives y reinas.


(*) Sadoc recibió el hábito de manos de santo Domingo y fue enviado por el capítulo general de Bolonia, de 1221 a extender la Orden en Hungría. Más tarde fue trasladado como prior a Sandomierz (Polonia). Allí, él y su comunidad de cuarentayocho frailes fueron asesinados por los tártaros mientras cantaban la Salve al final de Completas.








"No hay que buscar lo superfluo. Hay quienes nunca están contentos con lo que tiene, siempre quieren más; lo cual es excesivo, ya que el deseo se debe adaptar a la necesidad, como dice el libro de los Proverbios: "No me des riqueza ni pobreza, concédeme mi ración de pan".

                                                    (Santo Tomás de Aquino)