sábado, 7 de enero de 2012

Navidad con Santo Tomás: "Los presentes de los magos"

Y abiertos sus tesoros, le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra (Mt 2, 11).

1º) Por el oro se entiende la sabiduría celestial: Los hijos de Sión ínclitos y vestidas de oro muy fino (Lam 4, 2). Sobre lo cual añade la Glosa: Adornados con la sabiduría celestial. ¿Cómo? ¡Qué cambio miserable!: han sido reputados por vasijas de barro. Abandonando las cosas celestiales, añade la Glosa, para entregarse a las terrenas. Y San Bernardo dice: "Has encontrado abiertamente la sabiduría, si lloras los pecados de la vida pasada, si desprecias las cosas apetecibles de este mundo, si deseas con toda el alma la vida eterna. Has encontrado la sabiduría, si cada una de estas cosas te saben como ellas son, efectivamente amargas y dignas de ser evitadas por completo; si con sabor íntimo del alma juzgas y disciernes a las unas como caducas y transitorias, dignas de desprecio; pero a las otras como bienes perfectos, dignos de ser apetecidos con todo deseo."



2º) Por el incienso se significa la oración devota, como se lee en el Salmo: Suba derecha mi oración como un perfume (Sal 140, 2). Y añade la Glosa: encendido con el fuego de la caridad. Y San Bernardo dice: "Cuanto más eficaz es la oración, tanto más astutamente suele ser impedida por el adversario. Es un peligro, si fuere tímida, fría o temeraria; porque la oración tímida no penetra en los cielos, pues el temor exagerado encoge el corazón y le impide orar. Si es fría, languidece en su ascensión porque no tiene vigor. Si es temeraria sube, pero vuelve a caer; encuentra resistencia y no alcanza gracia, sino que ofende. Pero la oración fiel, humilde y fervorosa penetra en los cielos; por lo cual es seguro que no puede regresar vacía.

3º) La mirra significa la mortificación de la carne, como dice el Cantar de los Cantares: Mis manos destilaron mirra, y mis dedos llenos de mirra muy probada (5, 5). San Gregorio comenta así: "Por las manos se simbolizan las obras virtuosas; por los dedos, la discreción. La mano destila mirra, cuando la carne es castigada con obras virtuosas; mas los dedos dícense llenos de mirra muy probada cuando está bien probado el castigo que se hace con discreción."

De los tres dones dice San Gregorio: "Al rey ofrecemos oro, si en su presencia brillamos con la claridad de la sabiduría divina. Le ofrecemos incienso, si consumirnos en el ara de la cruz del corazón los pensamientos carnales por el santo celo de la oración, a fin de que nuestros deseos celestiales sean un perfume para Dios. Ofrecemos mirra, si mortificamos con la abstinencia los vicios de la carne. Pues por la mirra se procura que la carne muerta no se descomponga, según dice la Glosa. El oro corresponde al tributo, el incienso al sacrificio, la mirra a la sepultura de los muertos, y por estas tres cosas se inician en Cristo la potestad regia, la majestad divina, la mortalidad humana."

(De Humanitate Christi)


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