sábado, 30 de abril de 2011

“Id por todo el mundo”

“Id por todo el mundo”
Mc 16, 9-15
Cuando parece que uno aún no tiene todavía las cosas claras. Cuando ni siquiera sabemos a dónde, ni para qué, ni de qué manera hacerlo… El Resucitado nos envía. Ve a ser lo que yo quiero que seas. Ve a dar lo mejor de ti mismo. Ve a ponerle un color diferente a esta vida y a esta primavera. Ve, y aporta lo que tienes. Porque si das lo bueno que hay en ti, ya lo estás dando a Él. Tú, vive y anuncia con tu vida la Buena Noticia del Resucitado, del Amigo de la Vida. Hoy y mañana. A cada paso que des, con cada persona que te rodees. Quizás sea más fácil de lo que crees… ¡No tengas miedo! ¡Él va delante!


viernes, 29 de abril de 2011

El regalo de la paz (Segundo domingo de Pascua, 1 mayo)

“Paz a vosotros” es siempre el saludo del Señor Resucitado. Allí donde Él entra, donde se hace presente, viene trayendo la paz. Los discípulos lo tienen todo totalmente cerrado. Han hecho de su casa una cueva, un escondite. Han reducido los kilómetros recorridos con su Maestro a una habitación atrancada. Han ahogado luces, paisajes y sentimientos en la completa oscuridad. Mientras el Amigo ha ido resucitando –en el silencio y en la noche-, ellos han ido convirtiendo su vida y su futuro en un sepulcro blindado, a plena luz del día...

Convivimos con los sepulcros también nosotros. Nos puede el miedo. Nos cerramos a ver más allá de nuestro propio dolor. Nos dejamos llevar por heridas invisibles. Oscurecemos oportunamente nuestro presente y futuro. Cortamos, sin saber cómo, el vínculo de la comunicación con los demás, aquello que nos hace grandes, que nos hace humanos. Y nos ahogamos en nuestro pequeño y oscuro círculo...

“Paz a vosotros” dice el Maestro. Y al hacerse presente se abren, de repente, todas las ventanas del alma, y se hace la luz. Será por eso de que nadie puede regalarse paz a sí mismo, por más ejercicios de “autocontrol” que haga… La paz buena, la mejor, la “suya”, se nos da gratis. Cuando Dios se mete en nuestras vidas, cuando rompe las puertas de nuestros sepulcros, entonces sólo puede darnos paz, su paz.

Magdalena

¡Que despistada estuve aquella mañana! Luego las mujeres se reían de mi… ¿De verdad lo confundiste con el jardinero? Debía de ser el sueño del madrugón… o más bien la ausencia interior, esa que mi hizo no ver, ni sentir… Mi vida estaba encerrada en un sepulcro, bajo una piedra que se abrió, para dejarme aún un vacío más grande...

Era como si hubiese vuelto a morir. Le tenía pánico a las tumbas. ¡Había estado muerta en vida tantos años! ¡Tantos espíritus inmundos! Tantas soledades, tanto silencio, tanto desprecio, tanta muerte, tanta muerte… No sé cómo tuve fuerzas para llevar mi perfume aquella mañana. El amor lo mueve todo. Él me había cambiado la vida por entero. Me había hecho persona, me devolvió la dignidad, la capacidad de amar, de sentir, de saberme viva… Mi vida estaba en los caminos, siguiéndole, cuidándole como si fuera yo su madre...

¡Qué tiempo tan feliz aquel! Sus palabras resuenan en mi adentro todavía. Su ternura para con la gente, su sonrisa se siguen proyectando en mis retinas… Pero aquellos días prefiero no recordarlos. Estaba totalmente rota. Volví a la misma sepultura en la que había estado encerrada tantos años...

29 de abril: Santa Catalina de Siena

Nacida en 1347, Catalina (nombre que significa "Pura") era la menor del prolífico hogar de Diego Benincasa. Allí crecía la niña en entendimiento, virtud y santidad. A la edad de cinco o seis años tuvo la primera visión, que la inclinó definitivamente a la vida virtuosa. Cruzaba una calle con su hermano Esteban, cuando vio al Señor rodeado de ángeles, que le sonreía, impartiéndole la bendición.

Su padre, tintorero de pieles, pensó casarla con un hombre rico. La joven manifestó que se había prometido a Dios. Entonces, para hacerla desistir de su propósito, se la sometió a los servicios más humildes de la casa. Pero ella caía frecuentemente en éxtasis y todo le era fácil de sobrellevar.

Finalmente, derrotados por su paciencia, cedieron sus padres y se la admitió en la Tercera Orden de Santo Domingo y siguió, por tanto, siendo laica. Tenía dieciséis años. Sabía ayudar, curar, dar su tiempo y su bondad a los huérfanos, a los menesterosos y a los enfermos a quienes cuidó en las epidemias de la peste. En la terrible peste negra, conocida en la historia con el nombre de "la gran mortandad", pereció más de la tercera parte de la población de Siena.

A su alrededor muchas personas se agrupaban para escucharla. Ya a los veinticinco años de edad comienza su vida pública, como conciliadora de la paz entre los soberanos y aconsejando a los príncipes. Por su influjo, el papa Gregorio XI dejó la sede de Aviñon para retornar a Roma. Este pontífice y Urbano VI se sirvieron de ella como embajadora en cuestiones gravísimas; Catalina supo hacer las cosas con prudencia, inteligencia y eficacia.

“¿No habéis pescado nada?”

“¿No habéis pescado nada?”
Jn 21, 1-4
Nos pasa con frecuencia. El fracaso nos pisa los talones demasiadas veces. Y no nos gusta nada. ¡Lo importante es triunfar! ¡El fracaso es el enemigo de lo humano! Y sin embargo las pescas de los discípulos fracasaban casi siempre. Sólo pescaban cuando el Maestro estaba con ellos. Cuando hacemos las cosas por intereses siniestros; cuando queremos triunfar a espaldas de Dios; cuando queremos ser nuestros propios dioses… Entonces, siempre, solemos fracasar. Con el Resucitado en nuestra barca, en nuestra orilla, la pesca es abundante. Deja, en estos días, que Él te diga dónde está la pesca mejor, la mejor parte. Y siéntate con paz a compartir su Vida...

Calendario de Pascua

(Para ver la imagen con mayor claridad, pinchar aquí)

Novedades en el blog

Cuando está empezando el tiempo de la Pascua, a petición de algunos de vosotros, nos atrevemos a introducir dos novedades en nuestro blog.

La primera tiene que ver con el programa “Diálogos en la Vida, de Canal Sur 2, del que un miembro de la Comunidad es responsable. Intentaremos colocar cada domingo, a media mañana, el vídeo emitido en la televisión, en este blog para que podáis verlo aquí sin necesidad de dar muchas vueltas en la red.

La segunda es una invitación a recorrer en profundidad el tiempo pascual. En la próxima entrada tendréis un calendario pascual, con las lecturas evangélicas de cada día, así como una palabra “clave” y una frase “resumen”. Un calendario a mano (incluso en la puerta del frigorífico) siempre es un buen recordatorio.  Cincuenta palabras para la Pascua” pretende que nos centremos a diario en una palabra del Evangelio del día, para hacer a propósito de ella, una breve reflexión. Y por supuesto: para enriquecerla con vuestras aportaciones, reflexiones o testimonios en los comentarios.

Gracias por vuestras sugerencias. Seguimos esperándolas y contando con ellas. En esta ventana hay sitio para todos, y juntos vamos embelleciendo el paisaje. Si volvéis hacia atrás (desde el domingo de Pascua) ya vais a encontrar estos cambios...

jueves, 28 de abril de 2011

Tomás

¡Qué torpe fui al dudar de mis amigos! ¡Aún me arrepiento de aquello! Ellos me insistían: “Tomás, lo hemos visto, ha estado con nosotros, viene lleno de heridas, pero ha vencido a la muerte, ya no tiene dolor”. “Ingenuos”, pensaba yo. Si Él hubiese resucitado habría venido a buscarme. O mejor aún: si tal vez tenía reparo en hacerlo, me hubiera dejado señales, pistas… ¡Qué va! ¿Sabéis qué pistas tenía? Un dolor enorme, incapaz de caberme en el cuerpo...

Verlo allí, clavado a lo lejos, en la cruz monstruosa, me impactó. Ya no podía cerrar los ojos sin verlo a Él retorcerse de dolor… Pensaba mucho en mis heridas. ¡Qué desgraciado me sentía! En aquellas horas sin su presencia empecé a repasar mi vida. ¡Cuánto dolor! Mi infancia, mi juventud, mis traiciones, mis dolores, mis frustraciones, mis desengaños… ¡Es como si yo mismo estuviese allí crucificado con Él! ¡Tan roto me sentía!

Por eso no les creí… ¿Resucitado? ¿Vivo? ¡Si yo estaba más muerto que Él! No sabían darme pruebas. Por un momento pensé que estaban bebidos, o que era pura sugestión… Me reía por dentro tristemente, por no llorar de tristeza...

“Paz a vosotros”

“Paz a vosotros”
Lc 24, 35-48
No viene el Resucitado acusando, ni pidiendo cuentas de lo pasado. No busca saldar deudas para salir vencedor de ellas. Trae el regalo de la paz. De la serenidad, del nuevo comienzo. Hay una paz que el mundo no nos da, ni siquiera nosotros mismos. Es volver a empezar, romper con lo que ya fue, dar una nueva oportunidad, borrar huellas e imágenes de otro tiempo… Deja que el Resucitado te regale un poco de su paz. Pídesela para curar tus heridas, acógela como el mejor regalo de su parte para tu Pascua.


miércoles, 27 de abril de 2011

Los de Emaús

Nosotros le vimos en Emaús. Bueno, mejor dicho… nos vió Él a nosotros. Estábamos ciegos por el dolor y el llanto. Frustrados, rotos, traicionados… ¡Menudo estafador! ¡Él, que nos prometió instaurar la suerte de Israel! Huíamos de todo aquello, con un sentimiento amargo de traición y pena. Madrugamos, pues la noche era demasiado larga. Cleofás iba delante. Yo, callaba detrás de él. Seguía sus pasos como cuando iba detrás de los del Maestro. Así me entretenía y olvidaba pensamientos absurdos. De vez en cuando una palabra, una queja.

Él se nos cruzó. ¡Que torpes estábamos! ¡Tantos meses con Él y ahora no le reconocíamos! Es que nos mataba la pena, y no estábamos para mirar ni pensar. Hablaba, y hablaba. Era un Maestro de la Ley, pero no como los de Jerusalén. No sabía nada de Jesús, pero era como si lo conociera de siempre… Nos cayó bien aquel paisano...

Como se hacía tarde y no queríamos parecer desconsiderados, le pedimos que se quedara con nosotros. ¡Las leyes de hospitalidad obligan! Cleofás estaba más tranquilo. Yo observaba con un poco más de calma. Nos sentamos a la mesa. Y algo pasó. No me preguntéis qué fue; no sabría expresarlo. Como si se nos hubieran abierto los ojos, el alma entera. ¡Claro! ¡Él era el Maestro! ¡Y estaba vivo como nos prometió! ¡Si es que teníamos el alma entera abrasada!

“Quédate con nosotros”

“Quédate con nosotros”
Lc 24, 13-35
No comprendían nada. Tenían los ojos cegados por el dolor. Tanto se repetía la escena de la cruz que eran incapaces de ver más allá de ella. Le piden a un desconocido que se quede con ellos. Tiene algo especial. Sabe leer nuestra realidad de otra manera. Sabe escuchar, descalzarse como nosotros, darle un sentido a lo que nos pasa. Nos hace ver que el dolor, “siendo necesario”, no es el punto y final. En la fraternidad, en el pan compartido, en la palabra de amistad… El Resucitado nos sigue saliendo al encuentro. “¡Quédate!”. No nos dejes muy solos en el dolor. Ayúdanos a darle sentido a lo que vivimos. ¿Lo notas, sentado a tu mesa, andando tu camino, dando sentido a tus pasos?


martes, 26 de abril de 2011

Pedro

Soy Pedro, Cefas me llaman otros. Seguro que me conoces. ¡Qué bien escogió mi nombre el Maestro! “Te llamarás piedra, pues eres tan cabezota como una de ellas”. Me han pedido que te cuente cómo lo ví, qué sentí en mi adentro… ¡Imposible decírtelo con palabras! Sabrás que yo le había negado, que nunca tuve claro que Él fuera el Mesías.  Que lo rechacé delante de todos, y que nunca creí que pudiera llevar esa herida mortal en mi adentro… Yo fui quien negó a su mejor amigo...

Pero el primer día de la semana fue especial. ¡No sabía que pudiese correr tanto! Las palabras de las mujeres me dejaron inquieto… “Bobadas”, pensé. Pero fui corriendo. Y en aquella cueva vacía donde horas antes le habíamos dejado, ya era diferente. ¡Es que se me dejó ver dentro de mí! ¡En esa cueva, más oscura incluso que aquella que tenía dentro de mí! ¡En mi corazón traidor! Y noté cómo volvió a pronunciar mi nombre, y volví a vibrar como aquella noche en el lago...

“¿Por qué lloras?”

“¿Por qué lloras?”
Jn 20, 11-18
Esa pregunta sólo puede hacerla alguien que nos ama. La tradición dice que María había llorado mucho, y que había derramado el perfume que tenía a los pies del Maestro. Lloró mucho, porque amó mucho. A veces lloramos porque creemos haber perdido algo valioso. María perdió a su Amado. Quizás, de vez en cuando, Dios se nos pierde un poco, para darnos la sorpresa de reencontrarlo mejor, más nuevo, más joven, más vivo… ¿Has perdido alguna vez a tu Señor? ¿No notas los caminos nuevos por los que Él te sale al encuentro? ¿Qué te hace hoy estar triste? ¡Vierte en el odre de Dios tus lágrimas! (Sal 56)

lunes, 25 de abril de 2011

“No tengáis miedo”

“No tengáis miedo”
Mt 28, 8-15
¿Cuántos miedos nos rodean? ¿Cuántos fantasmas a nuestro alrededor? El miedo es la defensa para no mover la piedra, para no afrontar la realidad. Es la mejor excusa para retirarse de todas las empresas… Por miedo los soldados inventaron una versión perversa de la realidad. Por miedo sucumbieron al poder y su dinero. Y sin miedo, sin embargo, unas mujeres sencillas  corrieron al amanecer,  incumpliendo las leyes morales y religiosas. Frente al miedo, pasión. El miedo cierra puertas; la pasión abre al futuro. ¿Cuáles son hoy tus miedos? ¿Qué palabra tiene el Resucitado para cada uno de tus temores? Deja que Él te abrace y renueve tu pasión...

domingo, 24 de abril de 2011

De María Magdalena

Jerusalén, junto al Sepulcro vacío
24 de abril de 2011
Queridos amigos y amigas:

Hace apenas unas horas, cuando todavía estaba oscuro, he salido hacia el sepulcro de mi Señor. Algo dentro de mí me llamaba para que fuera de nuevo. Ya sabéis que pasó hace tantos años, en aquel sepulcro. Pero me gusta volver para recordarlo. Me gusta volver a sobresaltarme, como si se me fuera a salir el corazón, viendo la piedra corrida, y la cueva vacía, completamente vacía. Esos segundos se me hicieron eternos, como si todo en mi vida, siempre, estuviera vacío… Y cuando todo lo veo vacío, sin sentido, entonces no escucho a nada ni a nadie.

Esta madrugada, sentada de nuevo, junto a su tumba vacía, me parecía volver a escuchar su voz: “María,…”. ¡El siempre tiene la manía de hablar bajito en nuestros vacíos! Permanecí un largo rato allí sentada. Y en el vacío de mi corazón volví a escuchar de nuevo su palabra, pronunciando mi nombre…. Da gusto volver a sentirlo resucitado, cada día, cada instante, pararse a reconocerlo, a disfrutarlo. Experimentar cómo por todos los poros de mi cuerpo y  de mi alma corre una brisa suave de Vida, de vida contagiada por la Suya, grande, infinita...

Los ángeles me han dicho que un grupo de personas han pasado estos días buscando a mi Señor, allá por Córdoba. Que querían reconocerlo de nuevo, vivo en medio de sus vacíos. Sé que Él ha estado muy cerca de vosotros. Como a Él le gusta: en la oración, en la escucha de su Palabra, en la celebración de la vida, en la fraternidad, en los sueños compartidos… los ángeles, ellos mismos, me encargan que os dé, de parte del Maestro, éstos detalles pascuales. Sí, ya sé que no entenderéis muy bien, pero yo –que soy experta en detalles- os explicaré.

- Recibís una luz, apagada. Para que no se os olvide brillar, iluminar la vida con la luz de Cristo Resucitado. Es una llama pequeña y frágil. Pero encendida por Él, y por Él mantenida, se convierte en luz fuerte, valiente, pascual. ¡¡Brillad y haced brillar a otros en nombre del Resucitado!!!
- Recibís un pequeño caramelo. No os olvidéis que al Resucitado se le lleva por medio de la dulzura, de la ternura, del cariño, del detalle. ¡Sed y mantenéos siempre dulces!
- Recibís un recuerdo, para pegarlo y que no se os olvide: “estoy vivo y camino a tu lado siempre”. Siempre, no sólo cuando creas que todo va bien. Siempre. En la dura Galilea, sobre todo…
- Recibís una piedra, eterna como el oro. Y en ella, vuestro nombre escrito. Así os lleva Dios. Él se sabe vuestros nombres y cada día vuelve a escribirlos en la piedra con letras doradas. No se os olvide que todos los nombres y todos los rostros son nombres de Dios…
- Y recibís una palabra pequeña, especial para cada una, para cada uno; dicha desde el corazón de los hermanos con los que habéis convivido estos días. No olvidéis que la Resurrección no se vive en soledad, sino que precisa una comunidad, siempre…

Esto es todo, amigos. El Maestro siempre os está esperando en Galilea. Que tengáis un feliz encuentro con Él.
 
Con cariño.
María Magdalena.
Pascua del Señor de 2011

Muerte y vida

Vino a la vida para que la muerte
dejara de vivir en nuestra vida,
y para que lo que antes era vida
fuera más muerte que la misma muerte.

Vino a la vida para que la Vida
pudiera darnos vida con su muerte,
y que para que lo que antes era muerte
fuera más vida que la misma vida.

Desde entonces la vida es tanta vida
y la muerte de ayer tan poca muerte,
que si a la vida le faltara vida

y a nuestra muerte le sobrara muerte,
con esta vida nos daría vida
para dar muerte al resto de la muerte.

Diálogos en la Vida: "Cristo ha resucitado ¿y qué?"

Vigilia Pascual: Es de noche

Dios trabaja en la noche (Pascua de Resurrección)

Es de noche. A estas horas muchos de nosotros estamos ya durmiendo, pero esta noche nos mantenemos despiertos, como si esperásemos algo, como si tuviera que pasar algo importante. Por la noche hay mucha gente que trabaja, que se esfuerza por consolar enfermos en hospitales o turnos de urgencias. Gente que vigila bancos, supermercados o negocios prósperos. Gente que conduce grandes camiones que traen y llevan mercancías. Hay un murmullo en la noche. Y seguro que muchas noches como ésta, hay madres que vigilan el sueño de sus niños pequeños o enfermos. Y personas buenas que acompañan a familiares ancianos. Seguro que también hay quien es incapaz de dormir, porque mañana no sabe de dónde va a sacar lo necesario para seguir viviendo. Otros se desvelan pensando en el futuro: la crisis se presenta larga, y uno no sabe qué puede pasar. Pero claro, también habrá jóvenes incapaces de conciliar el sueño por puro amor, imaginando, velando sus amores… otros estarán celebrando la vida, la fiesta, la alegría de la juventud.

En la noche hay un murmullo callado, silencioso, imperceptible. El mundo funciona de noche. Late –pacífico- como el corazón que mantiene vivo el cuerpo. El mundo se construye de noche…

Pero no seamos ingenuos. ¿Cuántas noches de guerras, bombas y tiroteos en países de África o de Asia? ¿Cuántas noches negras de hambre? ¿Cuántas pateras o proyectos de huída circularán esta noche? ¿Cuántas mujeres maltratadas estarán deseando que llegue el día? Y niños sin pan, mujeres sin dignidad, jóvenes sin esperanza… la noche, cada noche, esconde una tragedia.

”Cuando todavía estaba oscuro”

”Cuando todavía estaba oscuro”
Jn 20, 1-9
Estaba cuando fueron a buscar el cuerpo del Maestro. Oscuras se nos ponen a veces las cosas. Oscuro es una forma de ver la realidad, de percibir las cosas que nos pasan. Demasiada oscuridad existe cerca de nosotros, en nosotros mismos…  María Magdalena decidió mirar de otra manera, y fue capaz de encontrar luz. Venció la oscuridad, escapó de ella. Quiso adelantar el día en medio de la noche… Y lo consiguió. Junto al sepulcro del Resucitado no existe la oscuridad, sino la luz sin fin, la oportunidad de empezar de nuevo. ¿Cuáles son las oscuridades que más miedo te dan? ¿Te atreves a mirar la vida de otra manera? ¿Te atreves a salir de las oscuridades que te rodean?



sábado, 23 de abril de 2011

viernes, 22 de abril de 2011

La llave de la Cruz (Viernes Santo)


Todo acompaña para que este viernes santo tenga su sabor especial. La lluvia fuera, y el fresquito que ha vuelto. El silencio, con la paz que trae consigo. El sentimiento de fraternidad que se respira entre nosotros. Y más, mucho más… Los sentimientos… Acabamos de escuchar la historia, que siempre nos conmueve, del hombre justo asesinado. El siervo de Dios elegido para el sufrimiento, para que su sufrimiento sea redentor.

Pero esta historia que hoy celebramos, conmovidos, como puerta de esperanza, sigue repitiéndose. A nuestro  silencio, llegan las cruces injustas que tantos cautivos van cargando. Los gritos de tantas muchedumbres alborotadas: ¡crucifícalo! Las negaciones de tantos Pedros (quizás las nuestras): ¡yo no conozco a ese hombre! Yo no sé quién es mi hermano, ni dónde está, no tengo nada que ver con él… existen Judas, pendientes del negocio, del capitalismo, Judas que negocian con las crisis para sacar provecho: compran su propia ruina por el precio de un esclavo… Siguen siendo numerosos los Pilatos, que cierran los ojos, se lavan las manos, se quedan tranquilos mientra se ajusticia a los buenos… Y Herodes, y Caifás… autoridades religiosas que bendicen las muertes con su silencio, “es la voluntad de Dios, no hay más remedio, siempre fue así”… Y cientos de personajes anónimos, que somos nosotros siempre, sin saber qué decir ni qué hacer… y hay pequeñas verónicas, es cierto. Pequeños discípulos al pie de la Cruz. Y muchas Marías que lloran...

El drama de la pasión se sigue representando. Aunque no sea semana santa. Cada día, en montones de rincones del mundo, de esquinas de nuestra ciudad, de lugares de nuestra casa, en nuestro trabajo. Y no es un recuerdo, ni menos un teatro. Vivimos a la sombra de la Cruz. Como si Ella nos ahogara, nos cerrara, nos impidiera salir del peso ese que nos aplasta. Como si fuera la llave maldita que cierra nuestras puertas a la vida, a la felicidad grande, absoluta… Esta cruz pequeña que hoy adoraremos, no es sino una expresión, un eco apagado de infinitas cruces.

Viernes Santo: su motivo eres tú

Saludo de Sto. Tomás a la Cruz

¡Oh, Cruz!
Certeza de mi salvación.
Siempre y sólo la cruz adoro.
La cruz del Señor está conmigo.
La cruz es, pues, mi refugio.

jueves, 21 de abril de 2011

Déjate lavar (Jueves Santo)

  Un año más. El 14 de Nisán nos trae la luna llena, y con ella el recuerdo de la pascua. Año tras año, estas fiestas nos devuelven al misterio más sagrado del ser humano. Y nos lo presentan de la mano del hombre por excelencia. Cuando repasamos la vida de Jesús de Nazaret, haciendo memoria de su pasión, muerte y resurrección, hacemos memoria, a su lado de nuestra vida pobre, herida y frágil. El misterio de Jesús, su opción de vida, más clara en estos días, nos encara con nuestro misterio. Quiénes somos, a dónde vamos, qué mueve nuestra vida y nuestros hilos. Por qué caminamos, por qué suspiramos...

Somos misteriosos los humanos. Muy inteligentes sí. Muy impulsivos. Exploradores por naturaleza. Inquietos, arriesgados. Nos esforzamos por ser grandes a todos los niveles. Pero el misterio del ser humano siempre le está torturando adentro. ¿Qué nos inquieta? ¿Qué nos quita la paz? ¿Qué nos deja insatisfechos? ¿Qué está al fondo de nuestras heridas más profundas? El ser humano de todos los tiempos se mueve por amor; se realiza en el amor; ansía ser amado, aspira a amar profundamente. Si a las personas les quitamos la capacidad de amar, las destruimos, las deshumanizamos...

Unidos en Él...

En esta tarde de amores, desde el corazón de esta Comunidad y de este Santuario, que es Jesucristo hecho Eucaristía, alimento para el peregrino, Amor Vivo y Verdadero... nos sentimos unidos a todas y todos los que en esta casa hacéis un alto en el camino para recobrar las fuerzas del alma, de la vida. Delante del Dios Amor ponemos vuestras vidas, vuestros problemas, vuestros sueños. En Él descansamos. Juntos.

¿Quién cumple este mandamiento?

Pone el Señor sus ves­tidos según costumbre de un criado, se ciñe con una toalla, echa agua en una palangana, y postrándose en el suelo, comenzó a lavar los pies de sus discípulos. ¿Qué haces Señor Jesús?, ¿quién te impuso esta obra servil?, ¿quién así te postró y rebajó? Creo que la misma naturaleza de las cosas, si estuviese dotada de sentimiento, había de exclamar atónita: ¡Oh inmensa e infinita majestad, que gobiernas las cosas superiores e inferiores, que estás sentado sobre el orbe terráqueo, cuyos habitantes son como langostas!: ¿cómo te bajaste hasta el oficio ínfimo de la con­dición servil? Tú, Creador de las cosas, rector y autor de la naturaleza, ¿te dispones a lavar los pies sucios de unos pescadores? ¿Adónde, Señor Jesús, te bajó el amor de nosotros? ¿Adónde la caridad de nosotros? ¿Adónde el ardor de la verdadera humildad, para que aquellas manos en las que el Padre celestial puso todas las cosas, las pusieras debajo de los pies de unos pescadores? Esto lo hiciste ciertamente para hacernos amantes de esta virtud, que es gratísima a Dios y a los hombres.

Pero lo que no hay que pasar en silencio en modo alguno es que no sólo no se horrorizó el Señor de lavar los pies de los otros discípu­los, sino también del traidor Judas. Ante su presencia era el más vil e ingrato de todos los mortales, pues habiéndole concedido tantos beneficios, y habiéndole elevado con los demás discípulos a la dignidad de apóstol, había de cometer tan cruel e inaudito crimen. Con todo, el Cordero inocentísimo no desdeñó postrarse ante sus pies y lavándolos con sus sacratísimas manos no con agua sólo, sino -a mi parecer- ­también derramando lágrimas. Es cosa habitual y corriente entre los hombres corresponder al amor del que ama, pagar con beneficios. Pero prosternarse ante el traidor y lavar los pies de aquel que en ese mismo momento te ha entregado por un vilísimo precio para que te atormenten los enemigos y te crucifiquen, esto nadie lo debió hacer, sino este sólo príncipe de la caridad y de todas las virtudes.

miércoles, 20 de abril de 2011

Jueves Santo: Una cena

Jesús Crucificado, modelo de todas las virtudes

La pasión de Cristo basta para servir de guía y modelo a toda nuestra vida. Pues todo aquel que quiera llevar una vida perfecta no necesita hacer otra cosa que despreciar lo que Cristo despreció en la cruz y apetecer lo que Cristo allí apeteció. En la cruz hallamos el ejemplo de todas las virtudes.

Si buscas un ejemplo de amor: “Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15,13). Esto es lo que hizo Cristo en la cruz. Y, por esto, si él entregó su vida por nosotros, no debemos considerar gravoso cualquier mal que tengamos que sufrir por él.

Si buscas un ejemplo de paciencia encontrarás el mejor de ellos en la cruz. Dos cosas son las que nos dan la medida de la paciencia: sufrir pacientemente grandes males, o sufrir, sin rehuirlos, males que podrían evitarse. Ahora bien, Cristo en la cruz sufrió grandes males y los soportó pacientemente, ya que en su pasión “no profería amenazas; como cordero llevado al matadero, enmudecía y no abría la boca” (Hch 8,32). Grande fue la paciencia de Cristo en la cruz: “Corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que, renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia” (Heb 12,2).

Si buscas un ejemplo de humildad, mira al crucificado: él, que era Dios, quiso ser juzgado bajo el poder de Poncio Pilato y morir.

Si buscas un ejemplo de obediencia, imita a aquel que se hizo obediente al Padre hasta la muerte: “Si por la desobediencia de uno -es decir, de Adán- todos se convirtieron en pecadores, así por la obediencia de uno todos se convertirán en justos” (Rom 5,19).

martes, 19 de abril de 2011

"Amor, amor"


Nos hemos reunido aquí para contemplar la pasión del Señor Salvador. Y me siento perplejo entre si debemos alegrarnos o debemos entristecernos. Debemos alegrarnos por haber obtenido salvación tan grande, pero debemos entristecernos por una muerte tan cruel. Y caminando por ambas partes encontramos solamente amor, y todos gritarán: "amor, amor".

Nuestra predicación habrá de ser en parte ingeniosa y en parte sencilla, de todas formas todos la entenderán, especialmente los entendidos en amor; los no entendidos también ellos notarán la gran distancia que los separa del amor. No me detendré sobre el desarrollo de la pasión, pero todos me entenderéis. Estad atentos y adentrémonos en el amor.

Pensando en qué diría sobre la pasión del Señor, he aquí que vi una mujer hermosa, adornada ricamente y que estaba llorando. (Ct c. 3) Acercándome a ella le dije: ¿a quién buscas?, ¿por qué lloras? Respondió la esposa de Cristo y dijo: Busco al amado que me dé paz. Quiero a Aquel a quien amo. No lo quiero solamente a él, sino sobre todo quiero su amor; sólo esto deseo de él. Encontré a sus centinelas en la tierra, es decir, los pobres apóstoles y les pregunté: Vosotros, ¿a quién amáis? Ciertamente también nosotros amamos al amor. Mira, te presentaremos a Cristo crucificado, ése es nuestro verdadero amor. ¡Oh, sí, este crucificado es el amor! Lo es, sí. Entonces, lo retuve y le dije: ¿Eres tú el Amor? Respondió: Soy el hombre que ha probado la miseria. (Lm 3, 1) Oh, ¿por qué eres pobre? Porque el amor siempre es pobre. El amor lo olvida todo, menos la cosa amada. Yo era riquísimo y me he hecho pobre; lo tenía todo y parezco no tener nada. Quisiera, pues, que tú también olvides todas las cosas y quisiera hacerte amor mío y que fuésemos juntos un único amor.

Verdaderamente, Señor Jesús, tienes las cualidades del verdadero amante. Sin duda tu amor es verdadero. Miro tus manos, tus pies, tu cabeza, tu boca santa y todo tu cuerpo y veo que todo es amor. Pero, ¿acaso no puedes redimir la naturaleza humana sin sufrir tal pasión? Claro que sí, ya que todas mis acciones son de valor infinito; pero el amor no busca sólo eso sino cosas más elevadas. Por ello yo Hijo y eterna Verdad, debo hacerme ver ante vosotros como muerto. ¿Y no pudo realizarse de otro modo? En absoluto, sí, se podría, pero el mandato divino me ha cerrado la salida (Lm 3, 7) y tampoco el amor permitiría que las cosas hubieran sido de otra manera. El amor me ha cargado de cadenas, (Lm 3, 7) me encerró en la cárcel y allí estoy retenido. A otros les fue dado un sufrimiento moderado, pero a mí sobre toda medida.

María, ¿qué dices del amor de tu fruto amado? ¿No te asombra tanto amor? Oh, Virgen, ¿qué dices?. Mi amado es blanco por su divinidad y rubio por su humildad; (Ct 5, 10) sublime sobre todos los ángeles, pues él es amor. Sus palabras destilan la mirra fluida, (Ct 5, 13) es decir, la mortificación y la pasión; por eso, hijo, estoy complacida por lo que se refiere a la parte racional de mi ser.

lunes, 18 de abril de 2011

Por amor a mi amor


Te pido, Señor Jesucristo,
que mi mente se vea absorta
por la ardiente y dulce fuerza de tu amor
presente en todas las cosas que hay bajo el cielo
a fin de que me consuma
en amor de tu amor,
ya que por amor a mi amor
te has dignado morir
en el madero de la cruz.
(Oracional OP)



domingo, 17 de abril de 2011

"El extremado amor en que te abrazaste"

Señor Jesucristo,
te pido que me concedas
dos gracias antes de
que yo muera.


La primera, que yo llegue a sentir,
en cuanto sea posible,
en mi alma y en mi cuerpo,
los dolores que Tú padeciste
a lo largo de tu amarguísima pasión.


La segunda,
que yo sienta en mi corazón,
en cuanto sea posible,
el extremado amor en que
te abrazaste, Tú, el Hijo de Dios,
y que te llevó a sufrir gustosamente
tan atroces tormentos por nosotros
miserables pecadores.
Amén.


San Francisco de Asís

sábado, 16 de abril de 2011

Domingo de Ramos con Fr. Luis de Granada

Un rey nos señala hoy como con el dedo el profeta Zacarías, cuando dice: He aquí que viene a ti tu rey ", y al tal, entre las protestas de los fariseos, lo celebran hoy los niños con voces afortunadas, dicien­do: Bendito el que viene en nombre del Señor el Rey de Israel ".

Y si quieres observar el talante y las costumbres de este rey, el evan­gelista, interpretando al profeta, añadió inmediatamente esto, diciendo: Viene a ti manso. Porque esto es lo que los hombres suelen desear principalmente en los reyes, que no se engrían con la soberbia, ni manden con asperidad y poder. Ésta es, por tanto, la primera alabanza del rey, la cual también él propuso a los suyos para imitarla, cuando dijo: Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón. Por consiguiente, si tal es nuestro rey, con razón dice de él Zacarías: Viene a ti manso. Manso, digo, no terrible y temible. Porque no vino a suscitar guerreros, a imponer tributos a los pueblos, a oprimirlos con cargas molestas, ni a quitar los bienes terrenos, él que da los celestiales. Viene a ti manso, es decir, a soportar improperios, insul­tos, llagas y azotes. Porque dio su cuerpo a los que lo herían, y sus mejillas a los que mesaban su barba.

Por lo demás, habiendo el Señor montado en el jumento que le trajeron fue a Jerusalén, y toda la ciudad, conmovida con esta venida tan feliz, le salió al encuentro con ramos de palmas y olivos, predicando con ellos no sólo su victoria, sino también su misericordia. Y no faltaron tampoco quienes encendidos de un mayor amor y devoción hacia el Señor tendieron sus vestidos en el camino. Este género de obsequio no leemos que se haya hecho hasta ahora a ningún rey o emperador triun­fante. Mas este último obsequio lo hacen espiritualmente al Señor los que, despojándose del hombre viejo, se esfuerzan en dejar las costumbres antiguas por la gloria de Cristo. Y aunque, por otra parte, deba hacerse siempre, sin embargo, hay que hacerlo principalmente en este tiempo, cuando se convoca a penitencia a todos los fieles de Cristo, para que crucificados con Cristo y resucitando juntamente con él, caminemos en novedad de vida...