jueves, 24 de diciembre de 2009

Nació Jesús, Dios eterno (25 de diciembre, Natividad del Señor)

Os anunciamos, hermanos, una buena noticia,
una gran alegría para todo el pueblo;
escuchadla con corazón gozoso.

Habían pasado miles y miles de años
desde que, al principio, Dios creó el cielo y la tierra
e hizo al hombre a su imagen y semejanza;
y miles y miles de años desde que cesó el diluvio
y el Altísimo hizo resplandecer el arco iris,
signo de alianza y de paz.

Cerca de dos mil años después de que Abrahán,
nuestro padre en la fe, dejó su patria;
1.250 años después de que los israelitas,
guiados por Moisés, salieran de Egipto;
mil años después de la unción de David como rey;
en el año 752 de la fundación de Roma;
en el año 42 del imperio de Octavio Augusto,
mientras sobre toda la tierra reinaba la paz,
hace unos 2.009 años,
en Belén de Judá, pueblo humilde de Israel,
ocupado entonces por los romanos,
en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada,
de María virgen, esposa de José,
de la casa y familia de David,
nació Jesús,
Dios eterno, Hijo del eterno Padre y hombre verdadero
llamado Mesías y Cristo,
que es el Salvador que la humanidad esperaba.
Natividad del Señor
Isaías 52, 7-10
Sal 97
Hebreos 1, 1-6
Juan 1, 1-18

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