jueves, 26 de noviembre de 2009

Ponte en pie, no tengas miedo (29 de noviembre, I Adviento)


Comenzamos un nuevo año litúrgico con el primer domingo de adviento. Siempre resulta una aventura interesante comenzar, darnos y dar una nueva oportunidad a todas las cosas. Por encima de lo vivido, victorias y derrotas… ¡comenzamos de nuevo! Pero comenzamos con los pies en el suelo, en la tierra. En esta tierra imperfecta que Dios mismo tocó con su carne y humanidad. Nos asustan las crisis que no se terminan, en la economía y en la vida. Nos dan miedo los poderes del este mundo, tan arbitrarios y traicioneros. Nos hace temblar el futuro y a veces hasta el presente. Cerramos los ojos ante los graves problemas de nuestro mundo, esos que parecen no tener solución. Escuchamos estremecidos las voces que desde tantos lugares nos hablan de desastre, calamidad, degradación de lo humano. Miramos de reojo a un Dios que se nos llega a antojar juez y castigador…

Adviento es tiempo de esperanza. Pero si sacamos la radiografía de nuestra vida nos sale que estamos encorvados; que se nos dobló la espalda de mirar al suelo, que cargamos muchos pesos invisibles, que nos hemos hecho demasiado serviles ante la realidad injusta. Sí, estamos encorvados. Y hasta el corazón se nos queja. Y la mirada se nos ha vuelto muy corta. Y poca vista tenemos si no es para ver más que el suelo y sus desastres.

Hoy la Palabra de Dios nos invita a “levantar la cabeza”, levantar el ánimo, el corazón, a mirar a Aquel que se pone a nuestro nivel y estatura. Viene Dios y nos mira cara a cara. ¿Seremos capaces de mantener fija en él nuestra mirada siquiera en estas cuatro semanas? ¡Ponte en pie, levanta la cabeza, vuelve a vivir, no tengas miedo; todo vuelve a empezar, creo para ti nuevas oportunidades, todo empieza de nuevo…!

Somos demasiado apocalípticos nosotros. En tiempo de Jesús, una corriente (incluido san Pablo) esperaba el fin inminente de la Historia, catastrofista además. Todo se aliaba contra el hombre para destruirlo. Y no ha cambiado mucho el panorama aunque hayan pasado los siglos: ¡cuántos intereses tiene el miedo! ¡Cuántos señores se sirven de él para hacerse poderosos! En muchos medios se sigue hablando del fin del mundo: ¿será el 2012? ¿Será la explosión de un gran meteorito? Tenemos una cierta atracción hacia el miedo, porque lo podemos controlar, porque nos da seguridades. No, dice Jesús: vosotros no tengáis miedo. De tanto mirar para abajo os habéis convertido en asustadizos, no tenéis horizonte. Vosotros nunca tengáis miedo, tened confianza, levantaos. Nunca creáis en un Dios al que se puede temer, no es el Dios de Jesucristo, el Padre Bueno que acoge y anima. No tengáis miedo, ni ahora, ni nunca, ni ante cualquier situación.

Pero tampoco os embotéis demasiado. Puede ser que os suceda lo contrario, que os ceguéis en el presente: el dinero, el vicio, la bebida, los agobios. No os empobrezcáis poniendo vuestro ser ni al servicio del miedo, ni al servicio de intereses tan simples, tan poco humanos, incapaces de haceros felices. Ni en ellos, ni en el miedo: Mirad cara a cara, de amigo a amigo, a Jesucristo que viene, que está, que nos levanta de nuestros miedos e intereses más rastreros. Vosotros seguid esperando, seguid confiando, estad despiertos… Levantaos, alzad la cabeza, estad despiertos… Mirad cara a cara a vuestro Dios. Y no temáis porque es de los vuestros, y de tan humano conoce todas nuestras heridas. Y no juguéis a ser señores de nada, falsos señores de falsos sueños. La Vida, la Esperanza auténtica que anhelamos nosotros y toda la humanidad no está sino en Jesucristo, ese mismo que desea mirarnos cara a cara para darnos la vida que nos falta, el consuelo, la fuerza que necesitamos. Para sanar nuestra raíz y curar nuestro pasado; para construir con cimientos de vida nuestro futuro. Es el Señor, y está deseando mirarte cara a cara…

Domingo I de Adviento, ciclo C
Jeremías 33, 14-16
Salmo 24
1 Tesalonicenses 3, 12-4,2
Lucas 21, 25-28. 34-36



martes, 3 de noviembre de 2009

3 de noviembre, San Martín de Porres, op


San Martín de Porres nace en Lima el 9 de diciembre de 1579, hijo de Juan de Porres, caballero español de la Orden de Calatrava y de Ana Velázquez, negra libre panameña. Juan de Porres marcha a Guayaquil, Ecuador, comisionado por el Virrey Don García Hurtado de Mendoza. Allí reclama a sus dos hijos que salen para Ecuador. Años más tarde, Don Juan Porres es nombrado Gobernador de Panamá por lo que los niños, Martín y Juana, regresan con su madre a Lima; es el año 1590, Martín tiene once años. A los doce, Martín está de aprendiz de peluquero, y asistente dentista. La fama de su santidad corre de boca en boca por la ciudad de Lima.


Conoce a Fray Juan de Lorenzana, famoso dominico como teólogo y hombre de virtudes. Le invita a entrar en el Convento de Nuestra Señora del Rosario.

La legislación de entonces impedía ser religioso por el color y por la raza, por lo que Martín de Porres ingresa como Donado, pero él se entrega a Dios y su vida está presidida por el servicio, la humildad, la obediencia y un amor sin medida.

Martín tiene un sueño que Dios le desbarata: “Pasar desapercibido y ser el último”. Su anhelo es seguir a Jesús de Nazaret. Se le confía la limpieza de la casa; su escoba será, con la cruz, la gran compañera de su vida. Sirve y atiende a todos, pero no es de todos comprendido. Un día cortaba el pelo y hacía el cerquillo a un estudiante: éste molesto ante la mejor sonrisa de Fray Martín, no duda en insultarle: ¡Perro mulato! ¡Hipócrita! La respuesta fue una generosa sonrisa.

San Martín lleva dos años en el convento, hace ya seis que no ve a su padre, éste le visita y… después de dialogar con el P. Provincial, éste y el Consejo Conventual deciden que Fray Martín sea hermano cooperador. El 2 de junio de 1603 se consagra a Dios por su profesión religiosa. El P. Fernando Aragonés testificará: “Se ejercitaba en la caridad día y noche, curando enfermos, dando limosna a españoles, indios y negros, a todos quería, amaba y curaba con singular amor”. La portería del convento es un reguero de soldados humildes, indios, mulatos, y negros; él solía repetir: “No hay gusto mayor que dar a los pobres”.

Martín de Porres es un amor desbordante y universal. Su hermana Juana disfruta de buena posición social, por lo que, en una finca de ésta, da cobijo a enfermos y pobres. Y en su patio acoge a perros, gatos y ratones.

Los religiosos de la Ciudad Virreinal van de sorpresa en sorpresa. El Superior le prohibe realizar nada extraordinario sin su consentimiento. Un día, cuando regresaba al Convento, un albañil le grita al caer del andamio; el Santo le hace señas y corre a pedir permiso al superior, éste y el interesado quedan cautivados pos su docilidad. Su vida termina en loor de multitudes el 3 de noviembre de 1639.


Juan XXIII sentía verdadera devoción por San Martín de Porres, una pequeña imagen de marfil preside la mesa de su despacho y él mismo lo canoniza el 6 de mayo de 1962.

San Martín ve confirmado en su persona el Evangelio: “El que se humilla será ensalzado”. Este hombre que sintonizaba con la oscuridad de su piel y que disfrutaba en Dios al verse humillado y postergado, pasados los siglos será un Santo que centre en su persona los dos continentes: Europa y América, San Martín es querido por todos, invocado por ricos y pobres, enfermos y menesterosos, por hombres de ciencia y por ignorantes. Su imagen o su estampa va en los viajes, está en las casas y en los hospitales, en los libros de rezo y en los de estudio. Todo porque fue humilde, obediente, y, como dijera Juan XXIII, “Es Martín de la Caridad”. A nadie extraña que sea Patrono de los Hermanos Cooperadores Dominicos, del Gremio de los Peluqueros, de la Limpieza Pública, Farmacéuticos y Enfermeros. Una Congregación sudafricana le tiene por abogado: Son las Hermanas Dominicas de San Martín de Porres y muchos más. Todos ellos se gozan de que “Fray Escoba” sea su patrono y su ejemplo.


lunes, 2 de noviembre de 2009

Toma de hábito


El pasado uno de noviembre, solemnidad de Todos los Santos, tomaron el hábito dominicano Andrés Flores Outerelo, Ángel-Luis Fariña Pérez (Provincia Bética), Raisel Matanzas Pomares (Vicariato de Cuba—Provincia de Bética) de la mano de su Prior Provincial fray Miguel de Burgos; Nicolás Moto Nze Obama y Jesús Molongua Bayi Ba-Tinda (Provincia de España) de la mano de su Prior Provincial fray Francisco Javier Carballo.


Los novicios, a través de una carta escrita antes de la celebración, expresaban sus sentimientos, su gratitud y sus peticiones con estas palabras:

"Sentimos una inmensa alegría, emoción y por supuesto nos percatamos de la responsabilidad que conlleva vestir el que sentimos ya nuestro hábito. De forma tal que podamos hacer nuestros algunos versos de fr José María Guervós Hoyos OP:

“…Yo tengo un hábito blanco
como una vida que empieza,
que por amor a la muerte
se cubre con capa negra…”

Gracias por acogernos y hacernos sentir que somos un regalo de Dios para la Orden, gracias por ofrecernos la mejor formación posible que es la que nos ayuda a crecer en la confianza y felicidad de Domingo, gracias por permitirnos el honor de vestir el hábito de la Orden de Predicadores. Queremos pediros una cosa, solo una: Que oréis. Orad para que seamos fieles al compromiso que adquiriremos ese día, es decir, vestir el hábito y lo que eso conlleva. Orad para que siempre trabajemos en la verdad, por la verdad y para la verdad. Orad para que nuestra vida, la que queremos trascurra en la Orden de Predicadores, sea una hermosa sinfonía en honor de la verdad, es decir de Jesucristo y su Evangelio, al estilo que Domingo de Guzmán fundó hace 800 años".