martes, 28 de febrero de 2017

La mesa de la Palabra: Predicación y modernidad




Predicación y modernidad

Fr. Humberto de Romans, O.P. 
No silencio la sorpresa que me ha provocado el hojear la obrita de Humberto de Romans (1194-1277) La formación del predicador (Ed. San Esteban, 2017) por su asombrosa modernidad. Sin poderlo evitar, al recorrer sus epígrafes, tomaban cuerpo en mi pensamiento, no pocas formas e iniciativas de nuestra iglesia hoy que tienen el plus de una discutible estética, algunas decisiones acerca de lo institucionalmente correcto y de un pan-moralismo, y tomas de postura de una pretendida seguridad dogmática, pero distantes mucho de ser abierta proclamación de la Palabra de Dios como hace más de siete siglos preconizaba Humberto de Romans.

Indica este fraile dominico francés que el primordial contenido de la predicación es la Sagrada Escritura; la excelencia de la misma viene dada por su autor, por su contenido y por el fin que desea lograr la proclamación de la Palabra. Está al servicio del Reino de los Cielos y sin la misma el mundo sería estéril, porque la predicación se desarrolla para robustecer la esperanza eterna. La predicación, además, vigoriza al Pueblo de Dios porque le brinda alimento para el camino. ¡Asombrosa actualidad!

Al lado de estas reflexiones predicadoras, sobradas de tino y moderna solera, contrasta  en nuestra iglesia el renacer de añejas devociones, el recuperar estrategias vocacionales de dudosa eficacia antaño, el paniaguar el centro cristológico desplazándolo a otros acentos, el aplauso a formas de clericalismo más que envejecidas…, frente al panorama presente, baste subrayar el siguiente recado: La predicación, y quien la hace, es como un legado enviado por Dios para sus asuntos, dice Humberto de Romans.

Fr. Jesús Duque OP.



sábado, 25 de febrero de 2017

La mesa de la Palabra: Aprender, siempre aprender



Aprender, siempre aprender

En el haber de los frailes predicadores ocupa un lugar relevante el estudio como medio para acercarnos mejor al Dios de los hombres con sus heridas y esperanzas para mejor servir el evangelio de la gracia a los coetáneos. Si el estudio, además, lo enmarcamos en una vocación con marchamo orante, resultará a no dudar un quehacer teológico de alta calidad que redundará, a su vez, en modos y mensajes evangelizadores de muchos quilates.

El fraile predicador, tras unos pocos años en el servicio pastoral del Pueblo de Dios, también aprende que cuando se han vaciado los años con los únicos pertrechos de la predicación del evangelio y la compasión con los iguales, que Dios Padre-Madre no solo es el que conduce nuestras vidas e ilusiones, sino también es el que en la hora oportuna se cruza en el camino de todos sus hijos, creyentes o no, buen0s o malos. En esta encrucijada, además, sabe decirnos a cada uno en tono y contenido personalizados, que está siempre con nosotros y que es la mar de feliz cuando seguimos el camino de su Hijo. También, y con ternura gratificante, se ocupa de constatar cuál es la prioridad del corazón de cada uno de sus hijos, y ¡bien que lo celebra cuando la Buena Noticia de Jesús inunda la comunidad, las manifestaciones religiosas y la Iglesia!

Sin duda, que tal vivencia anima a seguir aprendiendo de los mil y un detalles que tiene el Dios-con-nosotros cuando con la Palabra de su Hijo trenza, día a día, nuestra vida, ¡y qué bien lo hace!.


Fr. Jesús Duque OP.

lunes, 20 de febrero de 2017

Celebración de la festividad de San Álvaro de Córdoba en el convento de Santo Domingo de Scala Coeli




Celebración de San Álvaro de Córdoba en Santo Domingo de ScalaCoeli

Ayer domingo, 19 de Febrero, con motivo de la festividad de San Álvaro de Córdoba, tuvo lugar en Santo Domingo de Scala Coeli, una función religiosa a la que asistió un gran número de cordobeses que abarrotaron la Iglesia, así como autoridades políticas y de distintas instituciones académicas y sociales de Córdoba.


La bienvenida al acto corrió a cargo del P. Mariano del Prado, O.P., el cual comenzó haciendo una descripción de San Álvaro como “una persona honrada, que se dio por entero a Dios y a los demás, que supo reparar las injusticias a los más humildes y necesitados, coherente y, por encima de todo, humano”. Finalizó su intervención invitando a los asistentes a pedir “todos y para todos que nos ayude a ser como él, que sepamos recobrar muchos de esos valores hoy perdidos y que él vivió muy intensamente en este lugar de Scala Coeli, y que, además, no se contentó sólo con vivirlo, sino que supo comunicarlos a los demás, a los cordobeses”. 

La Eucaristía fue presidida por el superior del Convento de ScalaCoeli, fr. José Antonio Segovia, O.P., acompañado de fr. Mariano del Prado, O.P. y fr. Jesús Duque, O.p., contando con la participación en la parte musical del Real Centro Filarmónico “Eduardo Lucena”.

En su homilía, fr. José Antonio destacó el hecho de que este año coincidía el día de San Álvaro con domingo, lo que suponía como una fiesta mayor, en la que su cuidado, su protección y sus favores lo serán para todo el año.

Haciendo mención al conocido milagro de San Álvaro y el mendigo al hombro que se había convertido en Cristo crucificado, y en relación con el Evangelio del día, el P. Segovia habló sobre las “relaciones imperfectas”, las inacabadas y dolorosas, por las que más se sufren. Las relaciones, el amor, también llevan su cruz, es un amor crucificado. A todos nos gustaría que el amor siempre fuera glorioso, festivo, alegre, sin problemas, pero la realidad es que nos es así, siempre hay relaciones imperfectas. Cristo crucificado es el mejor ejemplo de esas relaciones. Las relaciones son difíciles, pero no podemos vivir sin ellas.




Lo característico del cristiano es el amor a los enemigos, sin recortes. Jesús nos lo propone, aún pareciéndonos como algo imposible, excesivo, que no va con nosotros.
Si la razón no responde, si la sensibilidad y el corazón tampoco, se lo preguntaremos a la fe y Jesús nos da la respuesta: nos destruiríamos unos a otros, la sociedad sería imposible de convivir. Parar tratarlas, para hacerlas frente, Jesús nos insufla una fuerza especial con su Palabra y con su ejemplo. Nos pide que “civilicemos la civilización del amor”. Y para ello nos ofrece unos recursos o gracias para conseguirlo:

La primera es que nunca nos va a faltar el amor de Dios. Él nos da su ejemplo, su confianza, su fuerza, su cuidado que está por encima de lo que los demás no nos dan. Jesucristo ha venido a dejarse crucificar en el sufrimiento que provocan las relaciones humanas, a servirnos como ejemplo de esas relaciones imperfectas. Ahí encontramos la fuerza de Dios. Su cuidado nos tendría que calmar lo que nos provoca los demás, lo que nos hace sufrir.
 
Y el segundo de las recursos es la oración por aquellos que nos hacen sufrir. En la oración por los enemigos descubrimos cómo está también Dios en ellos. También son hijos de Dios y hermanos nuestros, aunque algunas veces nos duela.
En este día de San Alvaro, debemos pedirle la gracia de la reconciliación, la de las mejores relaciones, incluyendo siquiera en perspectiva las de nuestros enemigos y los que nos hacen sufrir. Y le pedimos que sea nuestro mediador, que sea nuestra fuente de dicha de unos para otros.



A la conclusión de la Eucaristía, se dio a besar las reliquias de San Álvaro, siendo procesionado por la plaza de la Iglesia, finalizando los actos con un almuerzo de confraternidad, al que acudieron un gran número de personas, entre las que se encontraban miembros de la Fraternidad laical de Santo Domingo, los cuales asistieron en agradecimiento a la invitación recibida por parte de la Hermandad del Cristo de San Alvaro.