sábado, 28 de febrero de 2015

Desde Scala Coeli, hacemos el camino de la Cuaresma:



Hoy de la mano de …..


MANUEL ANTONIO NAVIO PERALES



Mira que estoy a la puerta y llamo …

En mi debut en este blog, permitidme, lo haga con el apoyo de nuestro insigne y genial poeta Lope de Vega. En concreto, de un conocido soneto de su obra Rimas Sacras. Su lectura hace que me identifique sin dificultad en la situación que describe, ayudándome su reflexión a despertar el espíritu de conversión y reconciliación que marca este tiempo de Cuaresma, como preparación a la gran fiesta de Pascua. Dice así:

¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta cubierto de rocío
pasas las noches del invierno escuras?

¡Oh cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!

¡Cuántas veces el Ángel me decía:
«Alma, asómate agora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía»!

¡Y cuántas, hermosura[s] soberana,
«Mañana le abriremos», respondía,
para lo mismo responder mañana!


Con preciosos endecasílabos, se construye un monólogo, dirigido a Jesús por el alma del hombre pecador que se reconoce llamado, con insistencia, a la conversión. Un Jesús enamorado de mí, que soporta los rigores de la intemperie sin perder la esperanza de llegar a ser correspondido.

Las preguntas que encabezan el poema me recuerdan el Salmo 8, 5 “¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,…”. La respuesta es que a pesar de nuestra pequeñez y fragilidad, somos imagen de Dios, que tiene sumo interés en intimar con nosotros para convertirnos en templo donde Él habite. Por eso, Jesús no se cansa de esperar; siempre está ahí, no abandona, llama una y otra vez, sin desfallecer, anhelando que se abra la puerta para entregarnos su Corazón desbordado de amor que sana nuestras heridas.  Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos.” (Ap. 3,20).

Pero, ¿cuál es mi respuesta a tanto Amor?, ¿qué me pasa?, ¿Acaso soy cobarde, tengo miedo a la nueva vida que supone la conversión?, ¿cuánta tibieza alberga mi fe, para desatender la visita de tan soberana hermosura? El Santo Papa Juan Pablo II, no se cansaba de repetirnos: “¡No tengáis miedo, abridle las puertas a Cristo!”.

Señor, Jesús, ¡cuánto de mí se encierra en esos versos! Que Tu gran Amor por mí y tu infinita paciencia, ablanden estas mis entrañas duras y con dolor de corazón, al reconocer mi ingratitud, me muevan a la inaplazable conversión. 

viernes, 27 de febrero de 2015

Desde Scala Coeli, hacemos el camino de la Cuaresma:



Hoy de la mano de …..


INMACULADA MARTÍNEZ MUÑOZ



“Invitada a compartir con vosotros una reflexión para esta Cuaresma, aporto mi pequeño grano de arena:

     Este pasado domingo, escuchando  al Padre Damián, en la parroquia del Carmen de Fuengirola, nos invitaba a reflexionar sobre las tentaciones que él las definía como tentación: al desanimo, al desaliento, a la desesperanza.

     
     Yo siempre me había planteado las tentaciones a "cosas materiales" pero nunca me las había cuestionado de esta forma.

    Eso me hizo reflexionar sobre mi camino en Cristo, como en las situaciones de desierto, de sequedad espiritual, de sentirme abrumada por los problemas cotidianos, mi vida cristiana se había quedado parada, "bloqueada", dejándome  llevar por el desaliento en vez de continuar mi caminar con Cristo.  

 Quizás en estos momentos tendría que dejar que Dios fuera mi "lazarillo", mostrar una fe absoluta en el PADRE, que busca lo mejor para sus hijos.

     Estoy segura que de esta forma, podré celebrar gozosa el misterio de la Muerte y Resurrección de Jesús.”

lunes, 23 de febrero de 2015

Desde Scala Coeli, hacemos el camino de la Cuaresma:




Hoy de la mano de …..


CLARA GARCÍA-LIÑAN



“Me asomo al blog para compartir con vosotros mi deseo de unirme a vuestras oraciones.


 Por aportar algo me remito al Papa Francisco. Aquí selecciono algunos consejos que él nos da para esta Cuaresma. Son básicos pero por ello, tal vez,  le damos menos importancia de la que se merecen:


 

-Ayunemos de quejas, egoísmos y pesimismos y llenémonos de esperanzas.

-Ayunemos de palabras y llenémonos de silencio y de escuchar a otros.

-Valoremos lo que hemos recibido.

-Que en cada detalle de nuestra vida se manifieste nuestra disposición a la sensibilidad con los demás.
      

    


              Sin una actitud positiva es difícil reunir la paz, la alegría y la confianza que el cristiano necesita.”




sábado, 21 de febrero de 2015

Desde Scala Coeli, hacemos el camino de la Cuaresma:




Hoy de la mano de …..


Fray FRANCISCO-JOSE RODRIGUEZ FASSIO, O.P.


LOS SIMBOLOS DE LA CUARESMA

Vamos a referirnos a unos símbolos que nos van a permitir ver cuáles son las tareas, los puntos de atención que nos pueden venir bien para este tiempo personal y comunitario que es la Cuaresma:



1.- Mirar a Jesús en la Cruz.

         Para nosotros, cristianos, como hombres y mujeres de fe, nuestro prototipo es Jesucristo. Cuando nos vemos a nosotros mismos, nos podemos ver desde una perspectiva que no suele ser exacta. A veces somos demasiado complacientes y otras veces nos situamos en la miseria, porque no nos gustamos nada.      En realidad, a quien tenemos que mirar es a nuestro prototipo. Cuando nos ponemos en sus manos, en buenas manos nos ponemos.

         Jesús en la Cruz nos indica cuánto valemos. Valemos nada menos que lo que Dios ha considerado justo, conveniente, positivo y que merecía la pena entregarse así por cada uno de nosotros. Por tanto, cualquier complejo de inferioridad o trauma que tengamos o hayamos tenido, comparado con el amor que Cristo nos tiene, no puede afectar a nuestra identidad. Somos valiosos, estamos hechos a su imagen y semejanza, tenemos muchas posibilidades. Por lo tanto, es una mirada optimista.

2.- Fe y Esperanza.

         Para todo lo expuesto anteriormente, necesitamos como dos ojos, dos velas: la fe, que nos hace ver por debajo de las apariencias a Él, a su Evangelio y a nuestra vida; y la esperanza, que nos hace que no tiremos nunca la toalla por muchas crisis que podamos tener. Con la fe y con la esperanza vemos lo que valemos para Dios. Y, no solo lo que valemos para Dios, sino también lo que somos capaces de hacer si estamos hechos a su imagen y semejanza.

         Cuando seguimos su camino, su Evangelio, somos capaces de transmitir vida y de dar la vida como Él también la entregó.  Inmensas posibilidades que están a veces ocultas, a veces no ejercidas, otras veces mal utilizadas en nosotros. La capacidad de hacer de Dios para los demás, acompañándoles en la vida, dándoles la alegría, transmitiéndoles fuerza, consuelo, perdón, saber sufrir con ellos pero no quedándote en el sufrimiento, sino para buscar la soledad. Eso es hacer las veces de Dios.

3.- La ceniza.

         La ceniza representa todo lo que nos sobra. Cada uno tiene sus sombras, sus cenizas, cosas que  nos estropean. Cada uno lo sabe. Unas son muy claras –están ahí-. Llevo luchando contra ellas tanto tiempo….; otras veces son más ocultas. Unas veces por vanidad, por orgullo, por no corregirse, incluso valoramos lo negativo que tenemos. Lo peor que se puede hacer es llamar con un nombre más o menos bonito a nuestros defectos: “no tengo mal genio”, es que tengo “personalidad”; no soy “cobarde”, es que soy “prudente”; no soy “egoísta” sino discreto. Es no querer llamas las cosas por su nombre.

4.- El agua.

         Pero no nos podemos quedar ahí. Tenemos también el agua que limpia todo, que lo purifica todo, que nos recuerda nuestro bautismo.

         No solo lo que nos tiene que quitar, sino –esto es lo importante- lo  que nos tiene que hacer crecer en nosotros.

5.- El pan.

         También tenemos el Pan, que significa todo lo que necesitamos para vivir y tener derecho y necesidad de concedernos: la alegría, la fe, la Eucaristía, la compañía, el silencio, la oración, la ternura, la misericordia: todo lo que necesitamos en nuestra vida. Eso que nos da Dios en la Eucaristía y nosotros transformamos en pan tierno para los demás.

5.- El cirio pascual.

         Y, finalmente, el cirio pascual, que representa nuestra participación en la Resurrección de Cristo.


             La Cuaresma nos parece, a veces, algo triste, tétrico. ¡¡¡ Y no !!!!!   La Cuaresma es la gran ocasión para no resignarse a lo malo, la gran ocasión para atreverse a soñar en mejorar, la gran oportunidad para mejorar y para dar de sí todo lo que tenemos que dar de sí.

       Pero a todos los signos que hemos visto, debemos darle un contenido personal y comunitario: para mí la ceniza es …, para mí el agua es …; cómo me alimento? de qué me alimento?; hasta qué punto me motiva mi prototipo, que es Jesucristo?; hasta qué punto utilizo la fe y la esperanza para saber mirar su amor?; y… hasta qué punto voy resucitando para mí y para los demás?.