jueves, 15 de octubre de 2015

FESTIVIDAD DE SANTA TERESA DE JESÚS




Señor, Dios nuestro, que por tu Espíritu has suscitado a santa Teresa de Ávila,
para mostrar a tu Iglesia el camino de la perfección, concédenos vivir de su doctrina y
enciende en nosotros el deseo de la verdadera santidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

 Amén.

 

La devoción de Santa Teresa a Santo Domingo de Guzmán

           


Entre las devociones de Santa Teresa de Jesús, ocupa un lugar privilegiado Nuestro Padre Santo Domingo. La Santa Doctora comparte con élsu hambre por allegar almas para que Dios fuese alabado”, celebrando en su libro “Las Moradas” los resultados que para la salvación de las almas tuvieron –frente a los ardides del demonio-, las grandes penitencias del Santo Patriarca, dice así: “[…] si miramos la multitud de almas que por medio de una trae Dios a sí, es para alabarle mucho los millares que convertían los mártires: ¡una doncella como Santa Úrsula! Pues ¡las que habrá perdido el demonio por Santo Domingo y San Francisco y otros fundadores […] (5 M, Cap. 4, 6).
Teresa de Ávila acude allí donde la llevan sus fundaciones, en busca del auxilio espiritual de los frailes predicadores, a quienes elige confesores y a quienes expone y consulta sobre lo acertado de sus planes y su ajuste a la fe católica y la ley de Dios, “porque ella no quería saber sino si era conforme a la sagrada Escritura todo lo que tenía”. Estos, que en su relación confesor-penitente descubren en ella a una gran santa, la animan a escribir y fundar, contribuyendo grandemente tanto en el desarrollo de su vida interior y formación mística como en la intelectual. En ellos encuentra apoyo y aliento en sus trabajos de reforma del Carmelo, además de consuelo y determinación en su defensa, ante los ataques que la santa hubo de afrontar, con frecuencia, de las autoridades religiosas y civiles. En “Las Relaciones” (Cap. 4,8) queda constancia escrita de la nómina de predicadores con los que trató, destacando sus virtudes y el bien que de cada uno recibió, mostrandonos su agradecimiento.
El éxtasis de Sta. Teresa en la Cueva de Sto. Domingo de Guzmán.
Anonimo  S. XVII  



Hasta qué punto amaba y se sentía amada por santo Domingo, nos lo muestra gráficamente el cuadro que ilustra esta entrada, inspirado en el relato del éxtasis en la Cueva de Santo Domingo, ocurrido el día 30 de septiembre de 1574, en la visita que hizo al Convento de Santa Cruz la Real de Segovia. Su biógrafo –el jesuita, P. Francisco de Ribera- lo describe así en “La vida de la Madre Teresa de Jesús” (Libro IV, Cap. XIII): Saliendo de San José de Segovia para venir a Ávila quiso visitar primero el monasterio de los padres de Santo Domingo que se llama Santa Cruz, porque hay en él una capilla donde el glorioso padre hizo penitencia, y derramó mucha sangre. Entró en ella, acompañándole el padre prior, y el padre Fray Diego de Yanguas con quien entonces se confesaba, y llegándose a hacer oración al altar echose en tierra, y quedose en grande oración, y en ella vio a su lado izquierdo al glorioso padre Santo Domingo. Viendo esto el padre Fray Diego de Yanguas llamola, y ella se levantó bañada en lágrimas, aunque disimulándolas lo mejor que pudo como solía en cosas semejantes. Confesola el mismo padre, y dijo misa y comulgola, y después quedándose ella en oración vio, como primero a santo Domingo a su lado izquierdo, y preguntándole que porque se ponía allí, respondió el santo: esotro lugar es para mi Señor. Y luego vio a la mano derecha a Cristo Nuestro Señor, y después de haber estado un poco con ella apartose el Señor diciéndole: Huélgate con mi amigo. Estuvose allí la madre como dos horas, y el santo siempre con ella diciéndole lo mucho que se había holgado con su venida, y contándola los trabajos que había padecido en aquella capilla, y las mercedes que Nuestro Señor en ella le había hecho, y asiola de la mano prometiéndole de ayudarla mucho en las cosas de su orden, y diciéndola otras palabras de mucho consuelo y regalo. Decía después la madre que la había hecho Dios allí tanta merced, y había tenido tan gran consuelo, que no quisiera salir de aquella capilla”.
En el amigo de Cristo Nuestro Señor -Domingo de Guzmán-, con quien comparte el celo por la salvación de las almas, encuentra la mística abulense la promesa de ayuda y consuelo, que los dominicos le prestarán en su vida espiritual para estímulo de su labor reformadora.
M.A.NAVÍO.P.