domingo, 5 de abril de 2015

SEMANA SANTA 2015: La resurrección del Señor.









Acabada ya la batalla de la Pasión, cuando aquel dragón infernal pensó que había alcanzado vitoria del Cordero, comenzó a resplandecer en su ánima la potencia de su divinidad, con la cual nuestro león fortísimo descendió a los infiernos, y, vencido y preso aquel fuerte armado, lo despojó de la rica presa que allí tenía cautiva, para que, pues el tiranohabía acometido a la cabeza sin tener derecho a ella, perdiese por vía de justicia el que pensaba tener en los miembros. Entonces el verdadero Sansón, muriendo, mató sus enemigos.

Entonces el Cordero sin mancilla con la sangre de su testamento sacó sus prisioneros del lago donde no había agua (cf. Zac 9,11). Entonces el verdadero David con la espada de Goliat cortó la cabeza a Goliat, cuando el Salvador, con la muerte, venció el autor de la muerte, el cual por medio della llevaba todos los hombres cautivos a su reino.

Habida, pues, esta gloriosa vitoria, al tercero día el autor de la vida, vencida la muerte, resucitó de los muertos, y así salió el verdadero José de la cárcel del infierno por voluntad y mandamiento del Rey soberano, trasquilados ya los cabellos de la mortalidad y flaqueza, y vestido de ropas de hermosura y inmortalidad.

Aquí tienes luego que considerar la alegría de todos los aparecimientos que hubo en este día tan glorioso, que son: la alegría de los padres del limbo, a quien el Salvador primeramente visitó y sacó de cautivos; la alegría de la sacratísima Virgen, nuestra Señora; la alegría de aquellas santas mujeres que le iban a ungir al sepulcro; y la alegría también de los discípulos, que tan desconsolados estaban sin su Maestro, y tanta consolación recibieron en le ver resucitado.

Pues, según esto, considera primeramente qué tan grande sería la alegría de aquellos santos padres del limbo en este día con la visitación y presencia de su libertador, y qué gracias y alabanzas le darían por esta salud tan deseada y esperada. Dicen los que vuelven de las Indias Orientales en España, que tienen por bien empleado el trabajo de la navegación pasada, por la alegría que reciben el día que entran en su tierra. Pues, si esto hace la navegación y destierro de un año, o de dos años, ¿qué haría el destierro de tres o cuatro mil años el día que recibiese tan gran salud y viniese a tomar puerto en la tierra de los vivientes?




                                                        (Fr. Luis de Granada)