martes, 15 de mayo de 2012

María V: Las bodas de Caná


5. Las bodas de Caná
(Jn 2, 1-11)

Contemplamos la escena
* Contempla la escena. Se trata de las bodas de Caná  Jesús acude a unas bodas y  allí realiza su primer signo, su primer milagro: Convierte el agua en vino para no aguar la fiesta a los novios y convidados pues se han quedado sin vino –sin fiesta. Observa los personajes y aquello que realizan: Jesús, los novios, el maestre sala, la túnica y las manos de una persona: se trata de María. Fíjate en los objetos: las ánforas, el vino, el agua, los vasos, el vino derramado en la mesa. Observa las teselas y la combinación de sus colores.

* Contemplamos las manos de María. Nos están indicando lo que debemos hacer: lo que Jesús nos diga o mande hacer. Debemos estar abiertos a lo que él quiera. Así fue la misma vida de María: Ponerse en las manos de Dios y cumplir su voluntad.


* Nos fijamos en el agua y vino derramados en la mesa. Nos señalan la muerte de Jesús. El don de su vida. Su sangre va a ser derramada por nosotros. Aquí se nos  señala el don, la entrega de Jesús por el hombre.

* Jesús convierte el agua en vino. Nos regala su don. Él nos trae nueva vida. Hace nuevas todas las cosas. Lo imposible lo puede hacer posible. Lo ordinario lo convierte en extraordinario. Así es nuestro Dios. Cambia la vida. La convierte en novedad.


Escuchamos la escena: Jn 2, 1-11
Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: No tienen vino. Jesús le responde: ¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora. Dice su madre a los sirvientes: Haced lo que Él os diga. Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. Les dice Jesús: Llenad las tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala. Ellos lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio y le dice: Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora.  Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en Él sus discípulos.


Reflexión
“¿Comprendió María el sentido de las palabras de Jesús? Debió, cuando menos, de intuirlo. Tal vez, por ello, respondió con unas palabras que van también más allá de una simple orden a los criados: “Haced lo que él os diga”. Son las últimas palabras de María que los evangelios nos transmiten. Y tienen todo el valor de un testamento. Tras ellas María  entra en silencio. Empieza la hora de la palabra de Dios, que es su Hijo. María pide a los hombres que obedezcan a esa palabra y entra en la sombra del silencio.[…] Si María adelantó esa hora no fue porque estuviera ciega por la vanidad del triunfo de su hijo, sino por amor a una pobre pareja de muchachos. Y ella supo, mejor que nadie y antes que nadie, el jubiloso y también terrible significado de aquel vino que alegremente bebían los comensales de Caná”.
(J. L. Martín Descalzo, Vida y misterio de Jesús de Nazaret, 354-355)


Oramos la escena:
Dios, Padre nuestro:
En María nos has dado un modelo
de esta sencillez callada,
de este valor de las cosas pequeñas.
En María nos has dado
la síntesis de la mujer perfecta,
en la contemplación
en el quehacer diario,
en escuchar y responder,
en hablar y callar,
en el orar y en el actuar.
Ayúdanos a acercarnos
a ese modelo de vida cristiana,
para situarnos más cerca
en el camino de Jesús, tu Hijo.
Haznos entender lo que significa
un estilo de vida sencillo
y a valorar las pequeñas cosas
que realizamos cada día.
Amén.

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