viernes, 12 de agosto de 2011

Acéptame

Acéptame, Señor;
cógeme este rato;
y que se lleve el olvido
los días huérfanos que pasé sin ti.

Tiende este momentillo mío,
descansadamente,
en tu falda y tenlo bajo tu luz. 

He vagado
persiguiendo voces que me atraían,
pero que no llevaron a ninguna parte.

¡Déjame ahora
que me siente tranquilo
a escuchar tus palabras
en el corazón de mi silencio!

¡No apartes tu cara
de los oscuros secretos de mi alma,
sino enciéndelos
hasta consumirlos en tu fuego!

Tagore

lunes, 8 de agosto de 2011

Un hombre evangélico

“Había en él una igualdad de ánimo muy constante, a no ser que se conmoviera por la compasión y la misericordia. Y como el corazón alegre alegra el semblante, el sereno equilibrio del hombre interior, aparecía hacia fuera en la manifestación de su bondad y en la placidez de su rostro. Mantenía tal firmeza de ánimo en aquellas cosas que comprendía razonablemente que debían llevarse a cabo en conformidad con la voluntad de Dios, que rara vez o nunca accedió a cambiar una decisión, tomada tras madura deliberación. El testimonio de su buena conciencia, como queda dicho, resplandecía siempre en la serena placidez de su semblante, sin que palideciera la luz de su rostro.

Por todo esto se atraía con facilidad el amor de todos; apenas le veían, se introducía sin dificultad en su corazón. Dondequiera que se encontrara, de viaje con los compañeros, en alguna casa con el hospedero y demás familia, entre la gente noble, príncipes y prelados, le venían en abundancia palabras edificantes y multiplicaba los ejemplos con los que orientaba el ánimo de los oyentes al amor de Cristo y al desprecio del mundo. En su hablar y actuar se mostraba siempre como un hombre evangélico. Durante el día nadie más afable con los frailes o compañeros de viaje; nadie más alegre.

Santo Domingo II




¡FELIZ DÍA DE SANTO DOMINGO!

viernes, 5 de agosto de 2011

Oración de un peregrino

"Señor Dios, he pasado la vida buscándote. He preguntado tu nombre y dirección. Quiero saber dónde vives. Deseo encontrarte y hablar contigo. Pero me han dado nombre y direcciones, que me he perdido. Dios mío: ¿dónde habitas?

Algunos me indican grandes templos, grandes iglesias. Decían: «Su nombre es Dios, el Altísimo». Fui a aquellos lugares, pero no te encontré. Solo hallé hermosas piedras, y personas que afirmaban saberlo todo acerca de ti. Sin embargo, por más que yo lo deseaba, no he logrado creer. El corazón me decía: ¡Dios no es así! No encontré en medio de ellos ni justicia ni amor.

Otros me señalaban los grupos insumisos que viven en la sombra. Decían: «Su nombre es Dios Vengador y justiciero». Me acerqué a ellos y me quedé en la duda. Encontré gente estupenda, pero no hallé ni humildad ni la libertad de la que tanto hablan.

He proseguido la búsqueda de tu morada, de tu presencia. Cansado y sudoroso de tanto caminar, me he detenido ante la casa de un pobre. Estaba sentado en la acera, frente a su casucha, para disfrutar el aire fresco del atardecer. Le pregunté tu nombre y dirección. El me respondió: «Amigo, perdona mi ignorancia. Me llamo Severino. No sé darte ninguna información. Pero entra conmigo y descansa un poco. Tienes aspecto de andar dando vueltas, cansado. Quédate aquí conmigo: ¡estás en tu casa!». Entré y me quedé. ¡Aún estoy allí!

lunes, 1 de agosto de 2011

Santo Domingo I


Y en este mes de agosto, en que celebramos la muerte de Santo Domingo (día 6), así como su fiesta (día 8), haremos memoria agradecida de Él, y de todos los dominicos y dominicas que prolongan su carisma y su pasión en el mundo entero.