martes, 3 de mayo de 2011

Camino

“Yo soy el camino,  la verdad y la vida”
Jn 14, 6-14
Jesús es el camino seguro para llegar hasta el Padre. Alcanzar la vida de Dios es compartir la suerte de Cristo. La experiencia pascual garantiza que vivir así es encontrar el sentido profundo de la vida y de la muerte. Caminar. Siempre estamos caminando, pero con frecuencia lo hacemos a ciegas, sin saber por dónde vamos, sin percibir las mismas señales que el camino esconde, sin otear el horizonte al que nos encaminamos. En otras ocasiones tenemos que dar la vuelta al reconocer que nos equivocamos de sendero. ¡Cuántas rutas sin norte y cuántos callejones sin salida! Quizás porque seguíamos a otros, o tal vez por la pura rebeldía de creer que se viaja mejor a solas y sin plano… El camino de Cristo pasa por paisajes de servicio, de amor y de perdón.  Se nutre de las fuentes de la escucha y la vida interior. Y no conoce más brújula que la sola fe… ¿A dónde caminas? ¿Por dónde te mueves? ¿Crees que vas por donde tu corazón y tu felicidad te piden?

2 comentarios:

  1. Un camino interesante el de Jesús. Y yo lo quiero seguir, sin duda. Pero cómo cuesta!! El amor, el perdón, la verdad, el servicio.... Sigo intentándolo, porque creo que ninguno me satisface tanto como el suyo. Y me gusta hacerlo junto con vosotros

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  2. El camino supone movimiento. Y el movimiento natural –fijémonos en nuestra constitución- siempre es adelante. No podemos mirar atrás; como mucho la cabeza nos deja ver los lados, como muestra de que podemos acompañar a alguien o alguien nos puede acompañar, pero siempre a la misma altura. No podemos –no debemos- andar hacia atrás porque por nosotros mismos no podemos saber qué hay detrás. Lo natural es ir y tener un objetivo, una meta, delante. Y no tener prisa en conseguirlo. Si acaso –como los ciclistas- tener metas volantes. Hemos de tener y mantener siempre la esperanza, y para cuando –como humanos- se nos presente el desfallecimiento o la desmotivación, siempre habrá alguien al lado que podamos ver y conocer que nos anime. Jesús es el camino y, al mismo, tiempo el que va a nuestro lado para animarnos y aquel a quien nosotros alcanzamos y debemos animarle para que no desfallezca. No busquemos algo etéreo, Jesús tiene muchas y muy cercanas caras.

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